El Subaru Forester fue lanzado al mercado a finales de los años 90, y en muchos aspectos puede considerarse uno de los pioneros de una era crossover cuya identidad aún era englobada en el saco de los novedosos todocamino. Su primera iteración parecía un vehículo familiar sobreelevado, una premonición de un nicho de mercado que eclosionaría una década después. Un pionero del que ahora probamos su última generación. En versión 2.0 Bóxer Diesel, el Subaru Forester puede parecer otro SUV más, pero os podemos asegurar que en muchos aspectos es un vehículo único al que merece la pena conocer. ¿Te quedas con nosotros, verdad?
Consecuente y fiel a su origen
La primera generación del Subaru Forester medía 4,45 metros de largo, y 18 años después, apenas ha crecido en 15 centímetros. Todo un triunfo de la consecuencia en una época en la que todo vehículo tiende al gigantismo. Su diseño aún es reconocible y parece más coche que otros SUVs de la competencia, con un aspecto mucho más todoterreno. Aún así, el Subaru Forester es un coche con presencia. La nueva dirección estilística de Subaru le ha hecho ganar personalidad, especialmente gracias a una calandra angulosa. Una calandra en la que se esconden las canalizaciones de aire tipo “ram-air” para el intercooler, muy diferentes a la clásica toma de Subaru.
Es el único detalle que me da pena que Subaru deje de usar y el único que le hace algo más convencional, a pesar de ganar personalidad en conjunto gracias al nuevo frontal. Las ópticas integran una tira de LEDs diurnos en posición perimetral. Se puede comprobar que el resto del vehículo mantiene el perfil de la anterior generación, sin muchas líneas de expresión más allá de las rectas. Llama la atención de manera poderosa la gran superficie acristalada del Forester: grandes ventanas de aspecto cuadriculado y menos chapa que en su competencia. Veremos que esto redunda en una visibilidad excelente desde su interior.
En la zaga se aprecian menos cambios con respecto a la generación anterior (que también hemos probado). Muy pocos a ojos de un profano: la luneta trasera presenta unos extremos menos angulosos, dando un poco de dinamismo a una trasera que pecaba de ser demasiado plana. Un tubo de escape bastante discreto – pero no escondido – remata el conjunto estético, junto a los emblemas de esta versión Bóxer Diésel. Podría resumir el conjunto como discreto, pero agraciado y capaz de soportar bien el paso del tiempo, de igual manera que han hecho las generaciones previas. Porque a veces menos es más, como dice el refranero tradicional.
Función sobre forma
Es una constante en el Subaru Forester. Puede haber coches con un interior muy práctico, que abogan por un diseño barroco y lo combinan muy bien con la necesaria practicidad. Es el caso del habitáculo del Hyundai ix35. No es la aproximación absolutamente lógica del Subaru Forester. Las concesiones al diseño son escasas, y es obvio que el foco principal fue la función. La calidad es otro de los detalles donde el Subaru Forester brilla. No vamos a encontrar deliciosos plásticos gomosos “a la Audi”, encontraremos plástico duro. Pero de un acabado realmente excelente, y con la certeza de que aguantarán bien el paso del tiempo.
La palanca de cambios forrada en cuero o el volante tienen una gran calidad y un tacto delicioso. El botón de arranque es elegante, los mandos del climatizador suaves y precisos, al más puro carácter japonés. Nada está en un lugar inesperado, todo tiene un aspecto similar al que tenía hace diez años y todo funciona adecuadamente. ¿Aburrido? Quizá, pero es un interior tan atípico en la actualidad que incluso sorprende. Y si funciona, ¿para qué cambiarlo?. Esta aparente edad se refleja en una instrumentación con números pequeños, muy sencilla y con sólo un indicador digital del nivel de combustible como concesión al siglo XXI.
Un fallo en mi opinión es que no dispone de indicador de la temperatura del agua, sólo un chivato que indica una temperatura fría o anormalmente elevada. Un detalle que personalmente me parece mejorable en todo coche que lo equipe. La consola central está dominada por la pantalla del sistema de infoentretenimiento. Un equipo de funcionamiento simplemente correcto y mejorable por otras soluciones de aftermarket, una crítica más referida a la interfaz de audio y radio que al navegador, que es de lo más decente. Más interesante me parece la pequeña pantalla sobre la consola central, donde en posición muy visible se encuentra el ordenador de a bordo y el estado de la climatización.
Los asientos es donde más tiempo vamos a pasar sentados en el coche, obviamente. Y son buenos asientos, amplios y extremadamente cómodos, con regulación eléctrica en la unidad probada. Asientos a los que ninguna pega puedo poner en los más de 1.300 km que pasé sobre ellos. Tampoco puedo poner pega al espacio disponible en las plazas delanteras en todas sus cotas – con mención honorífica para las rodillas – y la cantidad de espacio concebido para depositar diversos objetos. Bajo la consola central, en el túnel central y bajo el reposabrazos hay espacio para vaciarnos a conciencia los bolsillos.
Especialmente buena idea es la bandeja móvil en el hueco bajo el reposabrazos, ideal para cargar un móvil, conectado a la corriente en el mismo hueco. Esta pequeña bandeja incluso tiene un pequeño espacio para organizar monedas, ideal si tenemos muchos peajes por delante o para parkímetros. Hueco compartido cómodamente con la entrada de USB de audio para el equipo de sonido. La guantera es pequeña, y no admite más que la documentación del coche; tampoco está iluminada o refrigerada. Una carencia de espacio que es suplida por los demás huecos, además del gran espacio disponible en las puertas, que también admiten botellas de gran tamaño.
Viajando en Business Class
Las plazas traseras equivalen a lo que es viajar en un vuelo en Business Class. El respaldo del asiento es ligeramente y es posiblemente el SUV más espacioso a nivel de espacio para las rodillas en su categoría. Es casi posible estirar las piernas, tanto que nos sentimos incluso lejos del conductor y acompañante. Las puertas se abren casi 90 grados para facilitar la entrada al coche, que tampoco tiene una altura tan excesiva como otros SUV. Es en definitiva un coche en el que la segunda fila resulta uno de los mejores lugares para viajar. Tres personas pueden ya ir un poco más apretadas a nivel de hombros.
Pero el piso es plano, y el pasajero central tiene reposacabeza, así que tampoco sufrirá carencia alguna de seguridad. Las ventanas son grandes y de forma rectangular, proporcionando buena visibilidad. El maletero del Subaru Forester tiene una capacidad de 505 litros, que aumentan hasta más de 1.600 litros abatiendo la fila trasera de asientos. El resultado es un piso completamente plano. Bajo la tapa del maletero, un espacio para guardar herramientas muy aprovechable y una rueda de repuesto tipo galleta. En nuestra unidad de prueba, la apertura y cierre del maletero es eléctrica, con opción de memorizar altura.
Sí, podemos hacer que el coche memorice que ángulo de apertura máximo queremos para el portón. Otro detalle es que los asientos traseros se abaten con sólo tocar un botón desde el portón trasero.
Continuará...
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