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Ford C-Max a prueba: rumbo al Alto Tajo con…¿el monovolumen con mejor dinámica del mercado?

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Ford tiene en el Ford C-Max una práctica visión del segmento C, una alternativa de corte aún más practico que el Ford Focus y lista para satisfacer a aquellos que precisen de un mayor espacio. Ya lo hemos puesto a prueba, nos hemos puesto tras su volante y hemos viajado hasta el Alto Tajo para descubrirlo, recorriendo gran parte del parque natural, disfrutando de sus rincones mientras abordamos, detalle a detalle, al monovolumen compacto de Ford, la alternativa al Citroën C4 Picasso, al Renault Scénic. ¿Nos habrá convencido? Acompáñanos en nuestro viaje por el Alto Tajo.

Rojo, con el propulsor 1.5 TDCI de 120 caballos, cambio manual, con el acabado Titanium… Ford me entrega las llaves del Ford C-Max en un parking repleto de ST, algún Ford Mustang… alzo la vista, no hay rastro del Ford Focus RS o del Ford Fiesta ST200.

Vale, no os voy a negar que no me importaría cambiar las llaves del C-Max por las de un Ford Mustang V8… pero el deber es el deber y no podemos estar todo el día de deportivo en deportivo, incluso de vez en cuando, en pocas ocasiones, el cuerpo te pide una “desintoxicación” prestacional.

El viaje está planificado. Días atrás ya había programado con Juanma está producción por el Alto Tajo. Tras los viajes con MINI, con el MINI Cooper S Cabrio y el MINI John Cooper Works nos tocaba este Ford C-Max.

De nuevo primera hora del día, paso el pie por debajo del paragolpes trasero (tiene el sistema de apertura del maletero “manos libres”) y suelto los bártulos, que no son pocos, en su maletero. Juanma aparece en el retrovisor mientras se alza la luz de sol. Hora de ponernos en marcha.

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Un diseño perfectamente reconocible como Ford y articulado alrededor de su parrila:

Ford renovó a este modelo en el Salón de París de 2014, una renovación que implicó la introducción de los nuevos rasgos de diseño de la marca, con especial a la parrilla frontal, además de nuevas motorizaciones, un nuevo sistema multimedia y asistentes a la conducción.

Sin duda su parrilla articula toda la estética. Ese nervio lateral parece dirigir nuestra mirada hacia ella, esas ópticas con luces diurnas integradas sólo se encargan de reforzar su presencia, los pilotos posteriores extendiéndose por el lateral parecen, de nuevo, guiar a nuestros ojos hasta su paragolpes delantero…

Todos los rasgos encajan con los últimos lanzamientos de la marca y son perfectamente llevados hasta el segmento compacto, trasladando la filosofía vista en el Ford B-Max y en el Ford S-Max hasta unas nuevas cotas.

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¿Feo?¿Bonito? Desde luego juzgar a un monovolumen por su estética me parece un fallo, salvo casos excepcionales claro. Su practicidad, su habitabilidad, su respuesta frente a la batalla diaria… deberían ser los encargados de dictaminar finalmente la compra de un coche así.

Yo soy más partidario de un coche familiar e incluso de un SUV, pero obviamente este tipo de carrocerías nos ofrecen importantes ventajas para aquellos que buscan el lado más racional del automovilismo, para aquellos que buscan espacio sin caer en las dimensiones más aparatosas y pegas de equipamiento y acabado de los turismos derivados de comerciales.

Buena habitabilidad y un puesto de conducción elevado:

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Al igual que ocurre con su exterior nos topamos en su habitáculo con un diseño que nos resulta, miremos a donde miremos, familiar. Hemos visto la mayoría de rasgos en el grueso de modelos de la marca, con especial atención a una consola central con la que estoy poco o nada de acuerdo y no, no es precisamente por su calidad, algo con lo que cumple con buena nota, sino con una gran presencia de botones cuyo orden y diseño no me termina de convencer. Me parece un tanto liosa y poco estética algo a lo que, a mi juicio, no ayudan las dos salidas de aire superiores.

La disposición de botones, los mandos… me quedo con la sensación de que precisan de un pequeño periodo de adaptación para manejarlo todo, algunos de sus rivales gozan de una disposición más intuitiva, algo que podemos extender al grueso de interiores de la marca.

Más allá de esta primera impresión y mientras abordo la autopista con Zaorejas como destino en el navegador, me voy topando poco a poco con detalles con una buena constitución, con unos ajustes bien resueltos.

La sensación además se ve reforzada, en el caso de nuestra unidad, de la mano de la tapicería de cuero.

Sobre la consola central yace el sistema multimedia SYNC2, con una pantalla táctil de 8 pulgadas y 4 “áreas” principales: climatización, el dial de la radio, la información del teléfono que tenemos conectado y la navegación. Reconozco que no se me hace tan intuitivo como me gustaría, pero tampoco resulta estrepitoso y la interfaz se siente bien al día, con una respuesta a la pulsación optima.

Me ha resultado curioso el puesto de conducción, ¿por qué? Por la posición del asiento, elevada hasta en su punto más bajo, casi como si estuviéramos un SUV, dándonos una buena visión del tráfico.

Tanto las plazas delanteras como las traseras gozan de una buena habitabilidad. Cinco adultos viajan sin problema, sin pegas tampoco para su equipaje. En las plazas traseras nos topamos con dos mesitas plegables, de constitución mejorable sí, pero sin duda es un buen guiño y seguro que los pequeños de la casa lo agradecen de cara a jugar en ellas.

No encontré grandes pegas en su acceso, ni en el espacio disponible para las piernas o en su altura.

Su maletero cuenta con un cubicaje de 471 litros, una capacidad que además llega de la mano de unas formas bien aprovechables. Poniendo en contexto esta capacidad nos encontramos con que es pareja a la del BMW Serie 2 Active Tourer y ligeramente inferior a la del Volkswagen Golf Sportsvan o KIA Carens, quedando en la parte media del segmento.

Desde luego hay espacio más que de sobra para nuestras bolsas con las cámaras, para los trípodes y contamos con un sistema de apertura que se encarga de alzar el portón deslizando el pie por debajo del paragolpes, genial cuando volvemos al coche cargados con todo el material.

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Una dinámica sorprendente

Tal y como mencionaba al abordar su diseño un monovolumen se compra (o se debería comprar) principalmente por las virtudes que este tenga cumpliendo su vocación práctica, pero es que el Ford C-Max cumple notablemente en el apartado dinámico. De hecho me sorprendió, muy gratamente, durante la prueba.

Estable y confortable en autopista, con un buen pisar, bien aislado… y con una grata agilidad entre curvas, con un buen tacto de dirección y un gran trabajo por parte de las suspensiones, con las oscilaciones justas y sintiéndose realmente próximo a un compacto en el paso por curva. Lo dicho, realmente sorprendete.

Se siente confortable y se siente efectivo, transmitiéndonos una grata sensación de seguridad. Seguridad, sí, esa es la sensación con la que me quedo tras afrontar el tramo de carreteras secundarias que nos deja a los pies del acceso a Zaorejas.

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Sin duda el tacto de su dirección me resulta de los mejores del segmento. De hecho me gustaría encontrarme con estas sensaciones en algún que otro compacto…

Una última foto, encuadramos el coche en una de las plazoletas de esta pequeña localidad de poco más de 130 habitantes y acudimos al hotel del pueblo para dar sentencia a un par de platos antes de seguir con la sesión y con nuestra ruta siguiendo el curso del Tajo.

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Aguas cristalinas, paisajes espectaculares…

Uno de los lugareños de los alrededores del hotel nos refresca las indicaciones hasta una de las playas naturales de los alrededores, a los pies del Tajo, y digo refrescar porque años atrás, cuando aún siquiera había llegado al instituto, tuve la oportunidad de disfrutar de los maravillosos paisajes naturales de los alrededores de Zaorejas.

Pronto la carretera se torna camino, el polvo empieza a recubrir el coche y las suspensiones que kilómetros atrás sentenciaban con firmeza las curvas se encargan ahora de absorber el impacto de las piedras del camino. De nuevo con un agradable resultado.

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Pocos kilómetros después nos damos de bruces con las espectaculares aguas turquesa del Tajo, totalmente transparentes, bajando, aquí con fuerza, hasta Lisboa. Alrededor centenares de árboles se arremolinan para crear, junto al murmullo del agua, una idílica estampa que queda perfectamente enmarcada por los acantilados que bordean el curso del río.

El calor aprieta, el agua tienta y a nuestro alrededor sólo el bullicio de la naturaleza, de las aves, de los insectos.

Nuestro camino prosigue paralelo al río. Ascendente y en la más absoluta intimidad. No nos cruzamos con nadie y el parque natural del Alto Tajo nos brinda unos paisajes impresionantes desde sus riscos. Los buitres nos sobrevuelan, al fondo el Puente de Peñalén y justo, bajo esta construcción medieval, las aguas cristalinas. Qué inmensidad.

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Cada parada se salda con unas nueva foto. Nos tomamos un inusual respiro. El entorno bien lo merece.

Nuestro recorrido cruzando el parque natural nos lleva hasta Molina de Aragón. Llenamos el depósito y procedemos a limpiar el coche en un añejo lavadero. El polvo del camino se ha incrustado en lo más hondo del C-Max. Aún no hemos terminado con las fotos y hay que dejar presentable al monovolumen de Ford.

Desde Molina de Aragon ponemos rumbo de nuevo a Zaorejas con la intención de parar en el Puente de San Pedro, un enclave en el que se arremolina una playa más a orillas del río, tras terminar con el grueso de las fotos.

De nuevo transparente, pura, el agua nos recibe en un enclave ahora más sombrío. La luz cae, Juanma se prepara para dar forma a la foto del interior del Ford C-Max.

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¿Qué tal se porta su motor diésel?

La vuelta a casa, disfrutando del camino, recorriendo, como solemos hacer, el mayor número posible de kilómetros por carreteras secundarias, nos deja con innumerables encuentros con ciervos de todos los tamaños. A pares, solitarios desperdigados… corretean, ahora caída la luz, por los alrededores de la carretera, por el firme solitario. Circulamos con mil ojos, con la velocidad notablemente reducida. Qué espectáculo.

Durante toda la tarde nos habían estado acompañando, entre los árboles, como sombras, ahora, en la paz de la noche, son los protagonistas del camino. Pasado el peligro de los ciervos, con la solemnidad de la noche, llega la hora de reflexionar sobre la mecánica de este Ford C-Max.

Nuestra unidad cuenta con el motor 1.5 TDCI de 120 caballos y 270 Nm de par. Una mecánica que se introdujo en el último lavado de cara del modelo y que se posiciona en la gama del Ford C-Max en un punto intermedio entre la alternativa 1.5 TDCI de 95 caballos y el 2.0 TDCI de 150 caballos, sin perder de vista las opciones gasolina de la mano de los 1.0 EcoBoost de 100 y 125 caballos o el 1.5 EcoBoost de 150 caballos.

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¿Qué nos ofrece este motor diésel?

Este bloque, de 4 cilindros, turbo y 1.5 litros de cubicaje, nos ofrece una respuesta más que suficiente para mover el C-Max con la soltura que precisa el día a día, sin entrar en consumos desorbitados y sin dejarnos “vendidos” en adelantamientos, permitiéndonos buenos cruceros.

Obviamente no es un “misil” en el 0 a 100 km/h, tampoco alcanza una velocidad máxima de infarto (de hecho no llega, según Ford, a los 200 km/h) pero sí que responde suficientemente bien para lo que se supone que está hecho este coche: ser el coche de diario de una familia, con recorridos urbanos de lunes a viernes y alguna que otra escapada de fin de semana.

No sólo en términos de rendimiento, también en consumo. Durante nuestra prueba el Ford C-Max coqueteó constantemente con consumos ligeramente por encima de los 5 l/100 km y que se aproximaban o superaban muy tímidamente los 6 l/100 km cuando en nuestros trayectos hacíamos más hincapié en ciudad.

El propulsor nos ofrece una respuesta suave, dentro de los ronroneos habituales de las mecánicas diésel, topándonos con la parte más enérgica de su respuesta a partir de las 2.000 rpm. Al habitáculo no llega un ruido destacable ni se aprecian vibraciones dignas de mención.

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¿Cuánto cuesta nuestro Ford C-Max?

El Ford C-Max que hemos probado cuenta con el acabado Titanium y el motor 1.5 TDCI de 120 caballos, lo que nos deja ante un precio de partida de, con descuentos, 19.600 euros (24.850 euros sin descuentos).

A este precio debemos sumarle los 625 euros del tono de pintura, los 2.000 euros de la tapicería de cuero, los 1.100 euros del paquete Titanium+ (techo solar y portón automático) y los 1.950 euros del paquete Travel Titanium (bi-xenón, cámara de visión trasera, llantas de aleación de 17 pulgadas, navegador, sensores de aparcamiento delanteros y traseros…) como elementos más destacados de su equipamiento opcional.

En total superamos ligeramente los 30.000 euros, un importe que con descuentos se ve reducido aproximadamente hasta los 25.500 euros.

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Con un espacio disponible en la media del segmento su dinámica se convierte en su gran baza:

Del bullicio de la naturaleza, de los mil bichos y pájaros varios a la orilla del Tajo, pasamos al bullico de Madrid. Es tarde, descargamos las cámaras, vaciamos el maletero.

¿Por qué escoger al Ford C-Max frente a sus rivales? Sin duda su calidad de rodadura me ha parecido uno de los puntos más destacados, tanto por el trabajo de la suspensión como por el buen tacto de su dirección. También su mecánica diésel de 120 caballos me parece una excelente opción para un coche de este tipo.

Una habitabilidad más que correcta, un habitáculo bien resuelto en lo que a materiales se refiere, un maletero en la media del segmento…

Aún tenemos que poner a prueba al nuevo Renault Scénic (ver todos los detalles del nuevo Renault Scénic 2017), pero desde luego el Ford C-Max es una de las alternativas más competitivas del segmento.

Galería de imágenes de la prueba del Ford C-Max:

Fotografías por Juanma G. Cámara.


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