La nueva edad dorada de Aston Martin reposa hoy en el garaje de Diariomotor. Apenas despunta el sol y ya estoy camino de Madrid para ponerme a los mandos de su receta más pura y pasional en la actualidad. Hoy ponemos a prueba el Aston Martin Vantage, el deportivo creado a modo de escaparate rodante para mostrar todo cuánto es y será Aston, una pieza muy ambiciosa que además da vida a la interesante alianza con Mercedes-AMG. En resumidas cuentas, el Aston Martin Vantage es una ventana al futuro que, en el fondo, esconde alma de clásico y que durante las próximas horas nos va a permitir sentir en vivo y en directo qué es la deportividad según Aston Martin.
Un despertador sonando a las cinco de la mañana debería no ser plato de buen gusto, pero hoy amigos sí que lo es. Saber que tras un viaje Málaga-Madrid en el primer AVE de la mañana tendrás la posibilidad de domar 510 CV te anima a cualquier cosa, y cuando además esa cabellería tiene tras de sí la firma de Aston Martin la motivación se dispara. En Diariomotor hemos probado deportivos y superdeportivos de toda clase y condición, pero no os voy a engañar, ponerme a los mandos del Aston Martin Vantage me hacía bastante ilusión dado que representa un importante punto de inflexión en la marca y que además tuve oportunidad de conducir la anterior generación del Vantage V8 en los alrededores de Nürburgring.
Las expectativas son altas, la receta no da para menos, pero aún así me muestro cauto porque quiero empaparme bien de todo antes de emitir un juicio final. Mi compañero Juanma me va a acompañar en esta prueba a fondo para ser el responsable de las imágenes que acompañan este artículo, y aunque en un primer momento el plan era hacer un vídeo para el canal de Youtube de Diariomotor, la climatología de por aquel entonces truncó nuestras ideas regalándonos una lluvia muy divertida para poner a prueba la trasera, pero no tanto como para llevar al límite el equipo de grabación.
Sin más rodeos, el Vantage aparece ante mí con una configuración que realmente me resulta perfecta. Un color burdeos para su carrocería acompañada de un interior esculpido en piel de tonos marrones. Si tuviese que comprarme uno, no tengo dudas de que mi pedido sería muy parecido a este. La sola presencia del Vantage impone desde parado. El trabajo de diseño en su exterior es de lo mejor que se ha hecho en mucho tiempo, y no solo porque me guste, que me gusta y mucho, sino porque resulta toda una declaración de intenciones en tanto a carácter y personalidad.
No es una estética apta para todos los públicos por su riesgo y agresividad, pero qué demonios, en un mundo donde impera la sobriedad y las fórmulas ya consagradas, disfrutar de algo nuevo y osado me parece todo un acierto. He aquí una de las claves de esta nueva Aston Martin y me resulta todo un acierto al ver como un Aston Martin DB11 y un Vantage pueden compartir gama e incluso componentes, pero no por ello diseños.
Tras no pocos minutos contemplando cada detalle, cada nervio, cada plano del coche... me decido para acomodarme en su interior. Abro la puerta del conductor a través de la clásica maneta enrasada y el primer guiño de este Vantage aparece en forma de apertura en ángulo ascendente, un detalle marca de la casa para salvar golpes imprevistos y diferenciarse de la competencia. El acceso me resulta cómodo, más de lo esperado en un biplaza de este talante. Me dejo caer en el asiento y la atmósfera de Aston me inunda haciéndome recordar otros modelos de la marca.
En el interior la ruptura no es tal y la imagen es mucho más contunuista que la vista en el impresionante exterior. Materiales de primera calidad y diseños inequívocamente Aston Martin me hacen acomodarme de forma rápida, encontrando como principal novedad el nuevo cuadro de instrumentos digital y el sistema multimedia tomado prestado de Mercedes-AMG. Un diseño atractivo, sin florituras, pero lo suficientemente moderno para encajar en esta nueva apuesta.
Siendo realmente justo he de decir que soy fan incondicional de los cuadros analógicos de Aston Martin, aquellos de aluminio y cristal con agujas trabajando en sentido opuesto y con un mensaje de bienvenida único e irrepetible: "Power, Beauty and Soul". Pedir algo así en plena era de los cuadros digitales sería pecar de demasiado nostálgico, y aunque reitero que el nuevo cuadro digital convence, echo en falta un diseño más personal en este punto. Si analizamos el resto del puesto de conducción solo me atrevo a catalogarlo como magistral.
Múltiples reglajes y una posición de conducción tan cercana al suelo como al eje posterior. Levas de magnesio de gran tamaño fijadas en columna y una dirección muy rápida y precisa. A todo ello se suma una sensación de espacio elevada, sin llegar a las cotas de un GT 2+2, pero notablemente buenas como para acomodar equipaje de sobra entre maletero y habitáculo. Hablamos de un coupé con 4,46 metros de largo.
Llegamos al punto más importante de esta prueba, la parte que todos estaréis deseando conocer y la que más os estoy deseando contar. La fórmula ideada por los ingenieros de Gaydon para crear este nuevo Vantage partió de una idea ya conocida en su anterior generación. Un chasis de aluminio muy ligero capaz de dar vida a un biplaza con motor delantero-central de 8 cilindros y caja de cambios muy cerca del tren trasero.
Como reza el título de esta publicación, es aquí donde percibimos esa alma de clásico, ese regusto por una configuración de vieja escuela donde las prestaciones y el reparto de pesos son absolutos protagonistas. Para despejar dudas, 1.530 Kg en vacío repartidos al 50/50 entre trenes.
La transmisión recae en el especialista ZF con una caja de cambios de 8 relaciones por convertidor de par conectada al eje trasero a través de un diferencial controlado. En el momento de esta prueba no existía otra configuración, pero para los más puristas, ahora sí que existe la posibilidad de llevarte a casa un Vantage con 3 pedales y un ¡cambio manual de 7 velocidades!. En marcha el cambio de 8 relaciones cumple con creces tanto en confort como en deportividad, tanto como para no echar de menos un doble embrague si activamos el modo más deportivo.
Eso sí, este británico exige manos y su trasera gusta de tantear tu pericia cuando buscamos su lado más prestacional. El Vantage presume de carácter en parado, sin embargo en marcha demuestra que no todo es apariencia y si le buscas las cosquillas, el sobreviraje será tu nuevo copiloto. Con ello no quiero que me malinterpretéis, el Vantage no peca de exceso de ímpetu, para eso ofrece mucha dosificación y confort en modo paseo, pero sí que hace gala de una zona de trabajo "solo apta para adultos" donde te ofrece todo cuanto tiene, sin filtros, metiendo algo de miedo, pero sacándote esa risa nerviosa.
Y llegamos a uno de los puntos clave del Vantage para entender ese regusto de vieja escuela, llegamos a su motor 4.0 V8 Twin-Turbo fabricado por Mercedes-AMG en Affalterbach y ligeramente personalizado por Aston Martin. Decir que este 8 cilindros es uno de los mejores de su clase es contar algo que ya sabéis pero... ¿y si os dijera que esta versión Aston del V8 alemán me ha gustado más?
Es un motor con muchísimo en común con otros Mercedes-AMG GT, sin ir más lejos el Mercedes-AMG GT R o el AMG GT C que enfrentamos al R8 Spyder, pero en el Vantage no solo nos hemos encontrado un mejor sonido en tono y volumen - bastante más gutural - sino que su trabajo a la hora de subir de vueltas es más progresivo para ofrecer ese in crescendo que tanto se disfruta en un deportivo de esta clase y que por desgracia está desapareciendo con la muerte de los atmosféricos. Seguimos teniendo muchísimo par disponible en cualquier relación, nada menos que 685 Nm, pero el viaje hacia los 510 CV de potencia máxima se produce de una forma más lineal, de menos a más, disfrutando del trayecto hacia la zona roja situada en las 7.000 vueltas con cada marcha. Sensaciones puras y duras.
Sí, la receta del Aston Martin Vantage me ha resultado perfecta, mejor dicho casi perfecta. Confieso despedirme de este Vantage con una amplia sonrisa y el gorgoteo de su V8 de vieja escuela aún resonando en mis oídos. El mercado necesitaba un deportivo así, no tan preciso, con no tan buenas maneras para todo, pero sí con una personalidad desbordante. Tras medir bien a fondo este Vantage no me cabe la menor duda de que Aston Martin se guarda varios ases en la manga, siendo el primero de ellos la reciente oferta de un cambio manual que ni siquiera AMG se ha atrevido a instalar sobre su propio V8. Ahí queda eso.
Por otro lado, aunque los 510 CV ofertados demuestran ser más que suficientes, no puedo sino admitir que este coche demuestra poder con bastante más, algo que se podría resolver con un nuevo encargo a Mercedes-AMG, especialmente si tenemos en cuenta las posibilidades de su V8 y cómo de fuerte viene pisando la competencia. En definitiva estamos de enhorabuena, el Vantage ha vuelto mejor que nunca y con mucho aún por descubrir, y si hay un fabricante que está dispuesto a contentar a los más petrolheads, ese es Aston Martin.
Imágenes de Juanma G. Cámara