Hace años Mazda decidió embarcarse en un difícil proceso de transformación en pos de convertirse en una alternativa real a los fabricantes considerados como premium, marcas como BMW, Mercedes, Audi, Lexus o Volvo. Ahora este proceso de reinvención llega a su punto más álgido de la mano del nuevo Mazda CX-60, un ambicioso SUV de gran tamaño que busca consolidar esta apuesta y que hoy vamos a analizar en profundidad para descubrir si Mazda ha conseguido triunfar donde otras muchas marcas han fracasado.
Antes de ponernos al volante del Mazda CX-60, lo primero que debemos hacer es intentar entender qué pretende el constructor japonés con este coche, pues hasta la fecha su gama SUV estaba más que bien defendida por la parte alta con el CX-5. Pero en Mazda querían aspirar a más, buscando subir un peldaño dentro del mercado para posicionar un modelo justo frente a coches como el BMW X3, el Mercedes GLC o el Volco XC60.
Y así es como nace el Mazda CX-60, un coche completamente nuevo que parte de una plataforma inédita desarrollada ex profeso para dar vida a una nueva generación de coches con mayores pretensiones. El CX-60 es un coche mucho más aspiracional que cualquier otro modelo que haya lanzado Mazda hasta la fecha, motivo por el cual ha decidido apostar por una arquitectura que permite emplear motores de 4 y 6 cilindros en línea en posición longitudinal, configuraciones de tracción trasera o total, diferentes tecnologías de propulsión y carrocerías con capacidad para hasta 7 plazas (futuro CX-80).
Pero como reza el título de esta entrada, existe una diferencia entre parecer y ser premium, una diferencial sutil aunque muy relevante, motivo por el cual usar una buena base técnica no era suficiente para pelear con los pesos pesados. Y es ahí donde entra en escena el proceso de mejora de calidad que ha defendido Mazda en todos los lanzamientos que ha realizado en los últimos años, encontrando un mayor cuidado en la selección de materiales, un diseño diferencial y una construcción cada vez más cuidada. Esta mejora sostenida en el tiempo culmina ahora con un CX-60 que engloba todo ese trabajo, y lo cierto es que solo con abrir las puertas de este SUV, nos percatamos de que efectivamente este es un coche bien hecho donde se han cuidado los detalles, incluso los que no se aprecian a simple vista, que es lo que de verdad marca las diferencias.
Durante la presentación internacional del Mazda CX-60 en Düsseldorf a la que hemos asistido, tuvimos acceso a los dos niveles de acabado más altos del modelo: Homura y Takumi, algo que nos permitió ver la que en teoría es la mejor cara de Mazda en la actualidad. Y en resumidas cuentas, el habitáculo del CX-60 no solo convence a la vista, sino que también lo hace al tacto, al sonido, etc. Si bien el diseño minimalista y sin exceso de tecnología puede no convencer a algunos, lo cierto es que este punto me parece uno de los grandes reclamos del CX-60, creando un habitáculo que brilla por la ejecución de sus diferentes planos, por la calidad de los materiales que le dan vida, por la ergonomía de sus mandos y por el espacio que regala a los ocupantes delanteros.
El apartado de infoentretenimiento cobra vida a través de un cuadro de instrumentos totalmente digital, un sistema HUD con proyección sobre el parabrisas y un sistema multimedia con pantalla panorámica sobre el salpicadero. La información mostrada y la calidad de la misma es sobresaliente, aunque es verdad que se echa de menos una mayor capacidad de personalización de estas pantallas, así como la posibilidad de disfrutar de una experiencia más llamativa, sin que ello suponga tener que llegar al a veces excesivo despliegue de Mercedes. Dicho esto, el CX-60 me parece todo un referente en ergonomía, pues la negativa de la marca al “todo táctil” hacen que nos amoldemos al coche muy rápido y que además se reduzcan al mínimo las distracciones, contando aún así con Apple CarPlay y Android Auto inalámbricos para los que necesitamos echar mano de nuestro teléfono durante la conducción.
Como buen SUV de gran tamaño, recordemos que tiene 4.745 mm de longitud y 2.870 mm de batalla, el espacio disponible es un punto de obligado análisis. Aprobadas las plazas delanteras con un sobresaliente, nos pasamos a las plazas traseras para comenzar el examen. En términos de calidad es justo alabar el trabajo de Mazda por mantener el nivel de la parte anterior, algo que no siempre ocurre con algunos modelos. El acceso a las plazas traseras es francamente bueno por el ángulo de apertura de las puertas (casi 90º) y la altura total del vehículo (1.680 mm), si bien la anchura disponible en el hueco de la puerta no brilla tanto por culpa del paso de rueda trasero.
Ya acomodados, para mi estatura de 1.80 metros encuentro espacio suficiente en todas las cotas, aunque no vamos tan holgados como en otros rivales (Lexus NX por ejemplo). Las amenidades disponibles son las esperables, disfrutando de calefacción para las plazas laterales, tomas de aireación dedicadas y puertos USB tipo C. En referencia a la plaza central, ésta es cómoda para ser usada por niños (por su anchura) o por adultos para trayectos cortos, teniendo como ventaja el hecho de no estar demasiado condicionada por el túnel de transmisión, pues éste es bastante bajo y plano, permitiendo colocar los pies sobre él.
Terminamos esta apartado dedicado al análisis del espacio disponible recalando en el maletero. El Mazda CX-60 presume de 570 litros, lo cual es una cifra notable teniendo en cuenta que este dato es independiente a la motorización empleada. La amplia mayoría de rivales híbridos del CX-60 ven mermado su maletero para poder alojar las baterías, algo que aquí no sucede y es sin duda un punto muy positivo. El diseño del maletero me ha gustado, pues además de ofrecer unas formas muy regulares, cuenta con una boca de carga totalmente enrrasada, apertura eléctrica, enchufe convencional con hasta 1.500 W y la posibilidad de ser ampliado hasta los 1.726 litros a través de una banqueta abatible en proporción 40:20:40.
Y llegamos a la conducción, el punto crucial para posicionar definitivamente al Mazda CX-60 dentro o fuera del mercado premium. Durante esta primera toma de contacto solo pudimos poner a prueba la versión híbrida enchufable, una mecánica que según Mazda se llevará el grueso de las ventas del modelo en nuestro país, pero que a partir de 2023 se verá complementada con unos muy interesantes motores microhíbridos de 6 cilindros en línea, tanto diésel como gasolina.
El esquema híbrido enchufable diseñado por Mazda combina un motor 2.5 gasolina atmosférico (191 CV y 261 Nm), un motor eléctrico (175 CV y 270 Nm), una batería de iones de litio de 17,8 kWh, una transmisión automática de 8 relaciones con embrague multidisco y un sistema de tracción total con reparto inteligente entre ejes. La potencia máxima declarada es de 327 CV, el par máximo combinado es de 500 Nm, la autonomía 100 % eléctrica oscila entre los 63 y los 68 Km y la homologación WLTP refleja un consumo de 1,5 l/100 Km con unas emisiones de CO2 de 33 gramos.
Tras una ruta que me permitió conducir este Mazda CX-60 PHEV durante algo más de 2 horas por diferentes vías, incluyendo las famosas Autobahn alemanas, lo más destacable de este SUV híbrido es el nivel de confort y aislamiento conseguido, algo que evidencia el trabajo realizado a la hora de dar vida a este coche. Obviamente la circulación en modo eléctrico regala el más bajo nivel de sonoridad, pero incluso a cruceros de 180 Km/h, el filtrado del ruido y vibraciones del exterior está muy conseguido. A ello también ayudan unos asientos especialmente cómodos, que añaden además funciones de calefacción y ventilación, lo que hacen que este CX-60 sea un coche perfecto para hacer largos viajes sin que la fatiga nos pese.
Siendo Mazda, la dinámica de conducción es un aspecto en el que también me fijé sobremanera. Siendo justos, pese a sus prestaciones y las cifras declaradas (0-100 Km/h en 5,8s y 200 Km/h de punta), este CX-60 está lejos de ser un SUV de tintes deportivos. Incluso en su modo de conducción Sport se percibe un talante burgués que prima el confort por encima de cualquier otra cualidad. Pese a ello, el chasis y la puesta a punto conseguidas regalan un nivel de información y agilidad que por ejemplo no encontraremos en un Volvo XC-60 o en un Mercedes GLC equivalentes, lo que sin duda le hacen sumar puntos para aquellos que buscan un coche cómodo, pero no excesivamente filtrado. Quién sabe, viendo de lo que es capaz esta base y a sabiendas de que aún quedan por llegar motores a la gama, no debemos descartar la llegada de un acabado más deportivo en el futuro que saque el lado más dinámico del CX-60.
Ya a la venta en España, el Mazda CX-60 PHEV se comercializa junto a 4 niveles de acabado: Prime Line desde 50.268 euros, Exclusive Line desde 51.818 euros, Homura desde 55.818 euros y Takumi desde 57.368 euros (precios vigentes hasta finales de septiembre de 2022). Además, para los que piensan en una formato de tipo flexiopción, Mazda comercializará el CX-60 PHEV Exclusive Line con una cuota de 290 euros al mes durante 36 meses (máximo 10.000 Km/año), dando 12.956,73 euros de entrada, restando una cuota final de 30.634,80 euros e incluyendo el plan MOVES 3.
Por lo tanto, teniendo en cuenta los precios de este Mazda CX-60 y los ingredientes de su receta para conseguir posicionarse dentro del mercado premium, la realidad es que nos encontramos ante un coche que vence y que convence como SUV premium de tamaño medio . La firma japonesa, no solo ha conseguido dar vida a un coche que se ve y se siente premium pese a que aún le falta el valor añadido de imagen de marca, ese que proyecta una hélice, una estrella o unos aros en la calandra, sino que además ha conseguido confeccionar una gama que a igualdad de prestaciones y equipamiento, hacen que el CX-60 sea un modelo notablemente más asequible que cualesquiera de sus rivales directos.