Alzo la pierna dos palmos para subir a bordo del último Porsche. Pero ese gesto, aparentemente nimio, ya no me sorprende tanto como la primera vez. Ya han pasado más de diez años desde que Porsche demostrase que no solo sabían hacer deportivos de dos puertas, de proponerse lanzar un todocamino de grandes dimensiones y convertirlo en su modelo más popular, el Cayenne. Económicamente, la marca Porsche presenta unas cuentas saludables y el margen de beneficios por cada vehículo fabricado, es muy superior al del resto de marcas del Grupo Volkswagen – incluida la tupla Audi-Lamborghini.
Porsche no necesitaba repetir los éxitos del Cayenne con un modelo más pequeño, el nuevo Porsche Macan, pero sus clientes sí. Se habían propuesto uno de los retos más importantes de los últimos años, desarrollar su producto más completo: con cinco puertas, tamaño contenido, aspecto de SUV, muy espacioso y confortable y, por supuesto, una dinámica en carretera y una conducción que enganche, que deleite a su conductor. Porsche quería que este Macan se engalanase con todos los valores que definen a la marca.
Seguro que te estarás preguntando si lo habrán conseguido. Esta prueba, este primer contacto con el Porsche Macan, intentará aclararlo. No obstante, os puedo ir adelantando conclusiones diciendo que Porsche suele conseguir todo lo que se propone…
Veo el Porsche Macan y, aunque reniegue del fenómeno SUV, no puedo evitar sentir cierta atracción. Sus proporciones han ganado armonía respecto al Cayenne. Sigue siendo un coche bastante grande, 30 centímetros más largo que un Qashqai y tan ancho como un Cayenne. Pero su capó alargado y abultado, su línea de cintura alta y techo bajo y detalles varios, como sus enormes llantas (de entre 18” y 21”), las ópticas traseras en tres dimensiones y la superficie de la calandra delantera, encajan con ese toque deportivo que Porsche otorga habitualmente a todos sus modelos.
Porsche no oculta que trataron de partir del Audi Q5 para desarrollar este Macan, pero en su búsqueda de un coche realmente dinámico y enfocado en la carretera, diseñaron una carrocería completamente original, sustituyeron suspensiones, dirección, transmisión, caja de cambios, motores, interiores, frenos, ruedas… En definitiva, se quedaron con parte de su “bastidor”, nótese el entrecomillado, y poco más, el motor diésel y los frenos traseros, que rendían suficientemente bien según Porsche para el estándar de prestaciones que buscaban.
Subes a bordo del Porsche Macan y te sientes como en casa. Probablemente sea lo que pretende Porsche, que sus clientes de 911, Boxster y Cayman se sienten en el Macan y no sufran el shock de encontrarse en el habitáculo de un todocamino. Es cierto que la posición es muy elevada, pero la ergonomía del puesto es excelente, propia de un 911, el volante exactamente el mismo que utiliza el Porsche 918 Spyder y la consola central con la botonera típica de Cayenne y Panamera. La calidad de los materiales sublíme, los tapizados de piel impecables, las inserciones bien escogidas, un Porsche de los pies a la cabeza.
Primero tuve ocasión de subirme a un Macan S con asientos con paquete memoria Confort (+1.683€) y más tarde en un Macan Turbo con asientos deportivos y ajustables eléctricamente en 18 posiciones. He de decir que estos últimos me parecieron sublimes, dignos de un buen deportivo, con un gran ajuste lateral que sabrás valorar si de verdad compras un Macan para disfrutar de su conducción y quieres forzar sus límites sin que tu espalda se mueva del asiento. En cualquier otro caso, probablemente sea un extra prescindible, puesto que el tamaño de sus soportes laterales pueden complicarte el acceso a bordo. También hay clientes que suelen preferir un asiento más suelto, que no atrape al conductor en su interior.
Menuda declaración de intenciones. El volante del Porsche Macan es el mismo que utiliza el Porsche 918 Spyder.
Es ver el emblema de Porsche serigrafiado en el volante e intuitivamente estirar el brazo izquierdo para buscar la llave que acciona el motor, una reminiscencia de los años gloriosos de Le Mans. Su inmensa consola central tipo Cayenne / Panamera y esa botonera en la que, probablemente, cualquiera que no haya conducido las últimas generaciones de Porsche se perderá, está muy presente en el Macan.
Como en el resto de la gama Porsche, de los tres diales del cuadro de mandos, el derecho se ha transformado en una pantalla a todo color que nos ofrece la información que queramos contemplar en cada momento, navegando por un sencillo menú pilotado desde el volante, desde la distribución de par entre ejes del diferencial central o la presión de los neumáticos hasta las indicaciones del navegador.
Todos los detalles han sido cuidados con mimo. En Indonesia se refieren al tigre con la palabra macan. Esa fue la razón por la que Porsche utilizó el nombre Macan para su último modelo. Recordemos que, en su primera fase de desarrollo, el proyecto se llevó a cabo bajo la denominación interna Cajun, de Cayenne Junior.
La mayor diferencia en términos prácticos entre un Macan y un Cayenne la encontramos en las plazas traseras. Son holgadas para que dos pasajeros vayan cómodos y no tanto para el ocupante de la plaza central, por la morfología de los asientos, el túnel central y la base y respaldo duro por el reposabrazos-bandeja desplegable.
En un automóvil de su categoría no podía faltar un sistema de apertura eléctrico para el portón del maletero. En este caso se acciona desde el mando-llave a distancia del Macan o en un botón camuflado en el limpiaparabrisas trasero.
Y al abrir el maletero esto es lo que te encuentras, 500 litros útiles que pueden aumentar hasta 1.500 litros si abatimos los respaldos traseros, que por cierto prolongan la base plana del maletero y son divisibles en tres piezas. Ni sus plazas traseras ni su maletero tienen que ver nada con los 670 litros del Cayenne, pero el Macan no está tan lejos de su hermano mayor.
Antes de que entremos de lleno a hablaros de sensaciones, dinámica y de los dos motores de gasolina que tuvimos ocasión de probar, Macan S y Macan Turbo, os diremos que el proyecto Porsche Macan es uno de los más ambiciosos de cuantos ha llevado a cabo Porsche en los últimos años. Para producirlo, Porsche realizó la mayor inversión de su historia en la factoría de Leipzig, la que ensambla ya – por completo – el nuevo Macan y a partir de 2016 el Panamera, desde cero. Pensemos que hasta ahora el Panamera se ensamblaba en Leipzig, pero el conformado de la carrocería y el proceso de pintura se llevaba a cabo en Hanover.
Porsche nos dice que de momento se espera una producción anual de 50.000 unidades, esa es su previsión de ventas inicial. Pero ya podemos iros adelantando que, visto lo visto, muy probablemente tendrán que revisar esas previsiones al alza, sobre todo si llegan pronto nuevos motores, más modestos y asequibles. Porsche tiene en sus manos asestar un golpe al segmento del SUV premium.
En Porsche no temen que el Macan canibalice las ventas del Cayenne, que aquellos clientes que compraban este gran SUV sientan que el Macan cumple con sus necesidades y además es más económico.
Saben que en algunos casos eso sucederá, pero el beneficio que alcanzarán atrayendo a nuevos clientes, que hasta hace poco no se planteaban la compra de un Porsche, será muy superior. Son conscientes de que un producto como este también es muy atractivo para clientes que ya tienen uno de sus deportivos y por ello estarán durante las próximas semanas y meses realizando muchas pruebas de conducción en los centros Porsche españoles.
Modelo | Motor | Potencia | Impuesto de Matriculación | Consumo | Precio |
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Macan S Diésel – All-Weather | 3.0 V6 | 258 CV | 4,75% | 6,1 litros/100 km | 63.153 € |
Macan S Diésel | 3.0 V6 | 258 CV | 9,75% | 6,3 litros/100 km | 65.664 € |
Macan S | 3.0 V6 | 340 CV | 9,75% | 8,7 litros/100 km | 68.175 € |
Macan Turbo | 3.6 V6 | 400 CV | 9,75% | 8,9 litros/100 km | 93.102 € |
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