La prueba que os traemos esta semana es un tanto inesperada, también para nosotros. Según estábamos preparándonos para recoger el coche del que os quería hablar, me avisan de que ha surgido un contratiempo, tendremos que posponer dicha prueba y entre tanto podremos recoger un BMW Z4 para ofreceros un reportaje que os debemos desde hace demasiado tiempo. Lo cosa promete, os lo aseguro.
Aceptamos la propuesta incluso asumiendo un riesgo enorme, el de reabrir viejas heridas aún no cicatrizadas en Diariomotor. Os cuento. De un tiempo a esta parte, en el equipo de Diariomotor surgió una fiebre por los roadsters y un antojo que alguno, por cierto, llegó a saciar. No un servidor, que aún sigue consultando – sin bajar la guardia – anuncios de ocasión de Boxsters, Zetas, Miatas y otras “baratijas”.
Hacer una prueba digna para nuestros lectores, preparar este reportaje y convivir durante una semana con un flamante y nuevo BMW Z4 puede superar mi entereza mental. Desde que empezamos a retroalimentar nuestro antojo por un roadster, no había tenido que enfrentarme a una prueba tan dura, especialmente cuando uno de los pocos coches que algún día saciará esa espinita que tengo clavada es un Zeta.
Antes de recoger el coche me preparo para el ritual que seguimos antes de probar un coche y me percato de que en pocas horas tendré que recibir las llaves de un descapotable de tracción trasera y aún no he mirado la previsión meteorológica para los próximos días. La situación pinta fea, el hombre del tiempo dice que apenas encontraré respiro entre la lluvia y las bajas temperaturas, pero tras mi ventana brilla un sol radiante y los chavales corretean en bermudas por el jardín, mientras que en las cumbres que surcan mis carreteras favoritas para conducir un deportivo aún relucen bajo los rayos del sol montones de nieve acumulada en los arcenes.
Pediremos clemencia a Zeus, que al menos nos proporcione una mínima tregua en un invierno que se resiste marcharse.
La silueta del BMW Z4 impone. Contemplas su línea lateral y aprecias que su morro llega prácticamente a su eje geométrico central, una de sus mejores señas de identidad y la clave del roadster que algún día tendré en mi garaje, un enorme capó con un gran motor debajo y tracción trasera.
Con 4,24 metros de longitud es bastante largo si lo aparcamos junto alguno de sus predecesores. El voladizo trasero también ha crecido, condición indispensable para gozar de un techo rígido retráctil, un dos por uno, coupé y roadster.
También lo agradecerás cuando salgas de viaje o vayas a hacer la compra, puesto que con el techo cerrado gozarás de 310 litros de volumen y con la capota plegada en el maletero unos correctos 180 litros, suficiente para dos maletas de mano que pasen el visto bueno de los controles de una aerolínea económica.
Aunque esté encaprichado de un roadster, he de reconocer que soy más de coupé que de descapotable, pero no puedo resistirme a bajar la capota y llevármelo puesto y descapotado. El proceso de apertura y cierre es realmente sencillo. Una vez has asegurado la carga en el maletero y te has cerciorado de que no haya ningún objeto por encima de la cubierta de seguridad, que debe quedar bien anclada para que el dispositivo de apertura funcione, basta con pulsar un botón para iniciar el plegado de la capota.
El proceso de apertura y cierre apenas dura 19 segundos y puede ejecutarse a una velocidad de hasta 40 km/h. En definitiva, que mientras maniobramos para salir de nuestra plaza de garaje o esperamos que se abra el portón del parking, ya estaremos descapotados y listos para esta experiencia al aire libre.
Antes de llegar a mi carretera favorita para probar el BMW Z4 tengo que recorrer bastantes kilómetros de autovía y nacionales con demasiadas rectas. A partir de los 120 km/h la sonoridad en el habitáculo es realmente alta y con un parabrisas de tan poca altura, incluso un tipo bajito con la base del asiento en su posición más baja, no puede evitar que el aire ponga a prueba la resistencia “x-trema” que anuncia mi gel fijador.
Por algo más de 300 euros se me antoja imprescindible encargar un deflector de viento desmontable, que se coloca entre las columnas de seguridad que flanquean los reposacabezas. Será una buena inversión. Tampoco descartaría un equipo de sonido más potente y con más altavoces. Existen dos sistemas de altavoces por algo más de 850 y 1280 euros, ninguno de los cuales estaba instalado en nuestra unidad de prueba.
La climatización es potente y las salidas de aire están bien colocadas para apuntar a nuestro cuerpo y a las manos del conductor. El volante calefactable no es mala idea si eres de esos que irían descapotados al fin del mundo, pero es opcional, a partir de 225 euros.
Tampoco te olvides de que de serie los asientos están tapizados con tela. Si te vas a gastar cerca de 40.000 euros en un roadster, me parece indispensable desembolsar 1.500 euros en un tapizado de cuero. Añade también algo más de 400 euros en unos asientos calefactados, que tampoco son de serie. El cuero del BMW Z4 que probamos no brillaba por su nobleza, pero sí aparenta durabilidad y sobre todo fácil limpiado, especialmente en tono negro. No olvides que tu roadster tendrá que recorrer muchos kilómetros a la intemperie.
El habitáculo es todo lo angosto que cabría esperar en un coche de estas características, aunque hay margen para acoger a un tipo más alto que la media española sin problemas. La posición de conducción, por supuesto, exige que coloquemos la base del asiento prácticamente a su mínima altura y estiremos las piernas.
Y es en esa posición de conducción donde subyace buena parte del encanto de este coche. Al mirar al frente veremos la superficie y el extremo del capó, una sensación muy agradable que a veces nos puede llegar a incomodar al maniobrar en espacios estrechos o al hacernos creer que conducimos un coche más grande y ancho de lo que realmente es cuando nos movemos entre curvas, por carreteras estrechas, con guardarraíles cerca de nuestra impoluta carrocería y enormes precipicios al otro lado.
A estas alturas no puedo hacer otra cosa que sorprenderme por conducir un coche, sobre todo de este calibre, con pocos extras. Tal y como lo ves, salvo por el detalle de los asientos de cuero y poco más, es como puedes llevártelo por 38.900 euros. No tengo sensores de parking, que reconozco no le vendrían nada mal aunque sea corto para maniobrar con sus atípicas cotas exteriores, ni un equipo de entretenimiento en el salpicadero, ni navegador. Aún no quiero hablarte de motores. Permíteme que hablemos de ello en la siguiente parte de la prueba, aunque te adelanto que hemos probado el BMW Z4 más austero, el sDrive 18i con cambio manual.
Es la filosofía alemana, ya lo sabemos, pero no podemos evitar esa pequeña decepción de que para contar con un sistema de navegación tengamos que invertir más de 3.000 euros, aunque a cambio recibamos uno de los equipos de entretenimiento más potentes y prácticos del mercado, que por unos cientos de euros más se puede complementar con BMW Apps y la conectividad de los servicios ConnectedDrive. Si piensas utilizar a menudo tu Zeta y mantener un buen precio de reventa, deberías considerarlo un must have, un extra imprescindible.
Detalle de equipamiento de nuestra unidad de pruebas
Concepto | Precio base |
---|---|
BMW Z4 sDrive 18i Manual | 38.900 € |
Acabado de pintura Mineralgrau | 818,61 € |
Llantas 17” de radios en V (estilo 514) | 487,66 € |
Cuero Kansas Schwarz | 1.529,90 € |
Molduras interiores de aluminio con rectificado longitudinal | 344,23 € |
Supresión anagrama de modelo | 0 € |
Total | 42.080 € |
Hablando del salpicadero quizás echemos en falta que BMW no haya buscado un diseño más atrevido, es demasiado sobrio, pero también casa con la filosofía de la marca. Incluso, mirando atrás, podría decirse que no ha cambiado tanto con respecto a la anterior generación del BMW Z4.
Por otro lado también me dejó un tanto decepcionado que los ajustes y los materiales no estuvieran a la altura de un coche de más de 40.000 euros, contemplar algún crujido y algún grillo cuando sobrepasamos irregularidades sobre el asfalto con un neumático de carcasa dura, un run flat. Es una pena que no haya mayor refinamiento en el habitáculo porque nos consta que BMW ha mejorado muchísimo en este aspecto, no hay más que ver el trabajo realizado con la última generación de BMW Serie 3.
Lo bueno de este BMW Z4 es que incluso con su motor más pequeño y sin necesidad de equipar el paquete deportivo M, ya es tan agresivo como luce en estas fotografías. El paquete deportivo M asciende a unos 4.800 euros. De serie también cuenta con llantas de 17” y un diseño bastante llamativo, aunque en catálogo hay opciones de 19”, diseños multirradio o en estrella.
Para decorar la carrocería dispones de una paleta de once colores, con alguna opción interesante sin coste añadido, como el blanco Alpineweiss o un rojo carmesí muy llamativo. El gris Mineralgrau de nuestra unidad – sobrio y discreto – o el arrebatador naranja M Valencia, suponen al menos otros 800 euros sobre nuestro presupuesto.
Me alegro de que el hombre del tiempo se haya equivocado. Un sol radiante nos acompaña para realizar esta prueba y aún quedan horas de luz y de temperaturas muy suaves para mantener la capota recogida y preparar nuestra sesión de fotos.
No lo dudes. Los asientos de piel son imprescindibles en cualquier roadster que se precie de serlo. Los tapizados de cuero negro de nuestra unidad de pruebas no brillan por su tacto o mullido, pero aparentan la durabilidad y resistencia que debemos exigir en un coche que por su naturaleza hará que pasen mucho tiempo a la intemperie.
El maletero del BMW Z4 es bastante amplio para su naturaleza descapotable, con más de 300 litros.
Si queremos bajar la capota, tendremos que limitar su volumen a los 180 litros de que disponemos bajo esta protección rígida que delimita el espacio que ocupará la capota.